2. La que sufre es la Nación toda; no es momento para victimizarnos ni
para procurar ventajas sectoriales. “Aunque a veces lo perdamos de
vista, la calidad de vida de las personas está fuertemente vinculada a
la salud de las instituciones de la Constitución cuyo deficiente
funcionamiento produce un alto costo social” . La calidad institucional
es el camino más seguro para lograr la inclusión de todos en la
comunidad nacional. Por eso, es necesario que los poderes del Estado,
de acuerdo a su naturaleza, actúen respetando su legítima autonomía y
complementándose en el servicio al bien común.
3. Si toda la Nación sufre, más duramente sufren los pobres. Este es un
reclamo del cual nos volvemos a hacer eco, porque se trata de una deuda
que sigue vigente, y que se lee “en los rostros de miles de hermanos
que no llegan a vivir conforme a su dignidad de hijos de Dios” . Por
ello, es el momento de privilegiar la sanción de leyes que respondan a
las necesidades reales de nuestro pueblo, y no de detenerse en opciones
fijadas por intereses que no tienen en cuenta la naturaleza de la
persona humana, de la familia y de la sociedad.
4. La Patria es un don que hemos recibido, la Nación una tarea que nos
convoca y compromete nuestro esfuerzo. Asumir esta misión con espíritu
fraterno y solidario es el mejor modo de celebrar el Bicentenario de
nuestra Patria.
5. Los cristianos invitamos a todos los hombres y mujeres de buena
voluntad a unirse a nosotros en la oración para invocar al Señor, que
es la fuerza de su pueblo, y a pedirle por nuestra querida Patria
argentina: “Salva a tu pueblo y bendice a tu herencia; apaciéntalos y
sé su guía para siempre” . Una vez más ponemos estos deseos y
esperanzas en las manos de Nuestra Madre de Luján.+
Card. Jorge M. Bergoglio,
Buenos Aires, 25 de Mayo de 2010,
Te Deum con motivo del Bicentenario de la Patria.
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